LA CRITICA bien fundamentada y con la saludable intención de generar algo superador siempre es bienvenida. Desgraciadamente no es lo que observamos, escuchamos y leímos durante la Copa.
Que Argentina no llegaba como candidata es una obviedad. Si hasta Messi lo marcó en la previa de este torneo. Después, todo el zafarrancho que se dio afuera de la cancha no ayudó ni un poco.
Parece que, desde hace un tiempo a esta parte, los ex campeones del mundo (no todos) patean en contra. De repente, pasaron de estar olvidados por la AFA a ser fuente de consulta permanente. No está mal. Ojo. Lástima que «peguen a diestra y siniestra».
¡Mis respetos y admiración para ellos! Nos llevaron a la cúspide del fútbol mundial y no se olvidará. Pero también es justo marcarles que no son dueños de la verdad absoluta. ¡No se deben poner por encima de la camiseta de la Selección Argentina!
La celeste y blanca está por encima de todo y de todos. Inclusive por encima de Maradona y Messi (dos de los mejores jugadores de la historia). ¡La AFA no ayuda! Ni siquiera el «Flaco» Menotti ayuda. Llegó para eso, con todos los pergaminos obtenidos a lo largo de su carrera de entrenador.
El Manager estuvo ausente en la Copa América por problemas de salud. Punto y aparte. Ahora, por lo pronto, es incomprensible e inncecesaria su columna en el Diario Sport de España haciendo una leve crítica sobre el juego del actual seleccionado.
No importa el contenido, no es compatible con su actual función. Del papelonesco ida y vuelta que mantuvo con Oscar Ruggeri no haremos referencia. En ese aspecto, parece seguimos detenidos en el tiempo con el famoso enfrentamiento entre el menottismo y el bilardismo.
A Scaloni le sobra valentía y carácter, pero carece de experiencia. Por momentos se notó. Él mismo lo remarcó en las semanas previas al comienzo de la Copa América. De ahí que los golpes bajos de Luque en pleno torneo no tienen sentido. «Scaloni no sabe donde esta parado», se despachó.
Y tampoco sumó Pedro Pasculli. «Jugando como ante Venezuela contra Brasil nos comemos cinco». Frase célebre a cuatro días del clásico sudamericano. Y erró feo. Es más, Argentina pasó a imponer condiciones en varios pasajes del partido y hasta mereció mejor suerte.
El travesaño y el palo jugaron para el otro lado. En 1990 fue justamente al revés. Ahora bien. Acá es donde no se puede desconocer que el Brasil de Tite jugó 14 partidos como local y está invicto, con 12 triunfos y apenas 2 empates (38 goles a favor y sólo 1 en contra).
Ante este rival jugó Argentina, se plantó con valentía y tuvo sus chances para cambiar la historia. El joven equipo y en pleno recambio, con un técnico inexperto y en el «Mineirao», no se achicó ante un escenario de Final mundialista. Se comenzó a gestar el futuro, pero habrá que tener paciencia para acabar con una sequía de casi tres décadas, sumando adentro y afuera.