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Operación al sunchalense Darío Acosta marca un hito en la medicina provincial

(Fuente: El Litoral) Atresia aórtica, la falla congénita que por primera vez se operó en Santa Fe. Un plomero de Sunchales tenía completamente bloqueada la principal arteria del cuerpo. En octubre, un equipo de cardiólogos del Hospital Cullen, junto a un especialista de Buenos Aires, la destaparon y le colocaron un stent en una intervención de tres horas y media.

Es una historia que comienza con una sospecha, o mejor una “corazonada”. Hace dos años en Sunchales, el Dr. Oscar Birollo, integrante del Servicio de Cardiología Intervencionista (hemodinamia) del Hospital Cullen, le colocó un stent en una arteria que estaba “tapada” a Darío Acosta, un plomero y gasista hipertenso de 42 años que se sentía agotado y que le faltaba el aire —tenía disnea— cuando trabajaba o bailaba folclore, su gran pasión.


Darío Acosta, en el centro con remera negra y barba, con su grupo de folclore «Sembrando Amistad», que funciona a partir de un programa de la Municipalidad de Sunchales.

En esa operación, Birollo intuyó que detrás de los síntomas se escondía una patología más grave y se lo dijo al paciente y a su médico. Por eso lo continuaron estudiando —incluso en centros cardiológicos de Buenos Aires— pero sin dar con un diagnóstico concluyente (en algún momento se investigó si había un fístula pulmonar, por ejemplo).

Lo que estaba claro era que el cansancio seguía y también el cuadro de hipertensión. “Yo me levantaba con presión muy alta, sobre todo en la parte superior del cuerpo, y muy baja en la zona de las piernas. Y vivía agitado”, recordó Acosta, en una entrevista con El Litoral.

Cuando tomó el caso en el Hospital Cullen de Santa Fe, Birollo decidió agregar un estudio que terminó siendo clave: una tomografía computada cardíaca. “El tomografista nos llamó asombrado cuando detectó una atresia aórtica, era la primera vez que veía una”, contó. La atresia es el tipo más grave de coartación (estrechamiento) de la principal arteria del cuerpo: la aorta, la autopista por la que fluye la sangre desde el corazón hacia el ombligo y luego se distribuye, por otras arterias, a las piernas y otras partes del cuerpo.

El paciente tenía la aorta “tapada” de nacimiento (obstruida dirían los médicos) y había logrado compensar esta situación porque las pequeñas arterias de las costillas —que él tenía mucho más desarrolladas— habían logrado llevar la sangre hacia las zonas bajas del cuerpo, por ejemplo las arterías ilíacas de las piernas. “Generalmente, un paciente con atresia aórtica no pasa los 20 años. Por eso estas fallas congénitas suelen operarse en edad pediátrica”, explicó el cardiólogo intervencionista.

Con el diagnóstico surgía una gran duda. ¿Se podía hacer la intervención en un hospital de Santa Fe? Es que nunca se había hecho una —si coartaciones aórticas comunes— y el procedimiento más lógico parecía ser derivar la operación a Buenos Aires.

Birollo analizó el caso con el Dr. Germán Henestrosa, un cardiólogo intervencionista especializado en cardiopatías congénitas de la Fundación Favaloro y el Hospital Fernández.

— Es un caso complejo pero si ustedes se animan yo voy para Santa Fe, prometió Henestrosa.

— Queremos hacerla, por eso te estoy consultando, le confió Birollo.

Hacer la operación en la ciudad implica varias ventajas. Un paciente de riesgo no tiene que trasladarse, el equipo médico del hospital se capacita —“comienza una curva de aprendizaje”, valoró Birollo— y se usan con más eficiencia los recursos públicos del sistema de salud santafesino. En un centro cardiológico de Buenos Aires, la operación ronda los $ 2 millones y en el Cullen se hizo por $ 750.000 (el costo del los insumos y sobre todo del stent aórtico que vale $ 500.000). Es una inversión importante para el hospital pero mucho más conveniente para la provincia.

La intervención se programó para el 9 de octubre y participaron tres cardiólogos intervencionistas, un anestesista, cuatro enfermeros y dos técnicos radiólogos, que son quienes manejan el angiógrafo digital que utilizan los médicos para “ver” y mover los catéteres por las arterias.

La operación empezó con dos pequeñas punciones: una en la arteria femoral derecha, en la pierna, y otra en la arteria radial en el antebrazo, para poder ingresar los catéteres —son como “tubitos” de 2 milímetros— y llevarlos hacia la zona de la obstrucción, que en el caso de las coartaciones siempre está cerca del ductus arteriosus.

Es el proceso más largo de la intervención y demandó casi 3 horas. El margen de error es mínimo. “Si se perfora la aorta y se produce una hemorragia, el paciente muere en menos de cinco minutos por la pérdida de sangre”, advirtió Birollo, que no pudo participar de la operación, luego de haber realizado muchas gestiones para organizarla, porque la fecha coincidió con un curso de capacitación en Colombia.

Cuando la obstrucción se liberó, comenzó la segunda etapa: “inflar el balón” para ampliar la arteria y colocarle a Darío, con un cateter más grande (1 centímetro), un stent (la angioplastía propiamente dicha). Es una pequeña malla metálica que se utiliza para mantener la arteria abierta y normalizar el flujo sanguíneo. Esta parte llevó unos 40 minutos más.

“Me cambió la vida”

“Cuando me levanté al otro día de la operación, mi presión era normal”, destacó Darío y al tercer día de la intervención le dieron el alta del hospital. A casi tres meses de ese día, el gran cambio es que se fue esa sensación de agotamiento y cansancio.

“Me sigo levantando con presión normal y no me agito más. Es otra forma de vida, trabajo tranquilo y puedo seguir a full con las clase de folclore”, contó Darío, que es profesor y baila con su mujer, Nadia Defago, con quien tiene cinco hijos.

“Quiero agradecer a todo el equipo de hemodinamia, cardiología y coronarias del Hospital Cullen, no solo por su capacidad profesional sino también por el trato humano que tuvieron conmigo y con el resto de los pacientes con los que conviví cuando estuve internado. Y también a mi cardiólogo de toda la vida en Sunchales, el Dr. Rodrigo Alassia”, reconoció Darío, en un año en el que el brindis será muy especial.

Nuevo angiógrafo para el Cullen

A principios de octubre, cuando se realizó la intervención, el director del Hospital Cullen, Juan Pablo Poletti, explicó cómo se decidió y preparó la operación.

“El caso se evaluó y también se analizó en un ateneo interdisciplinario del hospital en el que participaron los servicios de Cardiología Clínica, Cirugía Cardiovascular y Cardiología Intervencionista, y posteriormente se efectuó una interconsulta con Centros especializados de mayor complejidad de la ciudad de Buenos Aires”, recordó.

Poletti contó que las coartaciones (estrechamientos) en la aorta representan entre un 7% y un 10% de las cardiopatías congénitas y tienen una incidencia de un caso cada 2.500 nacimientos. La atresia aórtica, el tipo más grave de coartación, es una patología poco frecuente, al punto que en la Argentina hubo solo cuatro casos en los últimos cinco años.

Una buena noticia es que en el Cullen se instaló un nuevo angiógrafo de última generación que permitirá llevar adelante procedimientos de muy alta complejidad.

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