Todo comenzó allá lejos en el 2012 o 2013 cuando los jóvenes comenzaron con «la previa» un ritual que tenía lugar la noche anterior al último día de clases, en especial aquellos alumnos que egresaban del colegio secundario. Pasaban la noche en una casa, sin dormir, mientras escuchaban música y finalmente se hacían oír en la plaza central con redoblantes y algunos elementos de pirotecnia.
El tiempo fue pasando y las modas, que hoy en día viajan a mayor velocidad, fogoneadas por el uso de redes sociales, fueron mutando hasta convertirse en el «Último Primer Día» U.P.D. popularizado con el hashtag que lleva sus iniciales #upd.
Uno de los primeros registros mediáticos que daba cuenta de la nueva modalidad se registró en diario Clarín allá por inicios del 2013:
Es una práctica que se extendió acompañada por el efecto multiplicador de las redes sociales. No importa que el motivo resulte difícil de explicar. Se trata de “el último primer día”, en el que los estudiantes secundarios que ingresan al tramo final del ciclo deciden pasar toda la noche despiertos en “previas”, reuniones entre compañeros o fiestas para luego asistir a clases sin dormir.
¿Qué alcance tiene esta novedosa modalidad adolescente? En La Plata fue un verdadero boom. Entre la noche del martes y las primeras horas de ayer, miles de jóvenes que cursan el sexto año (el último antes de egresar de la escuela media) coparon calles y plazas. El despliegue de color, griterío y estruendos se postergó desde el lunes pasado hasta ayer, por el paro docente de 48 horas.
U.P.D. Sunchales 2019
Durante la madrugada del día de ayer, nuestra ciudad también tuvo su ultimo primer día, en un sector determinado del barrio Villa Autódromo, un buen número de jóvenes dio rienda suelta a su algarabía de estar iniciado el último año de su formación secundaria. Con música a todo volumen y un importante bullicio los vecinos del sector no dudaron en dar aviso a la Guardia Urbana Sunchalense.
Consultado por este medio, el titular de la fuerza, Rubén Arias, manifestó que nunca existió una orden de no intervenir, tal como se dijo en alguna versión, sino que en dos ocasiones se hicieron presentes en el lugar para disuadir la improvisada reunión nocturna.
En otras latitudes de este país, los jóvenes que ya llevan años desarrollando esta práctica se han organizado al punto de alquilar salones, pagar autorizaciones y hasta contratar un colectivo que los lleve hasta la puerta del establecimiento educativo.