Despierta con Beto
De 07:00 a 12:00 conduce BETO BERTONCELLO
Escuchá la radio en vivo aquí
Sin categoría

Abuelos y nietos en tiempos de cuarentena

Por Lic. Maria Fernanda Rivas (*)

Las familias del mundo se encuentran transitando un momento particular de encierro y convivencia obligada. Niñeras y empleadas han tenido que dejar momentáneamente sus puestos, por lo que -en familias en las que hay niños y adolescentes- la crianza está siendo llevada a cabo en forma “personalizada” por los padres. Rutinas, comida, aseo, reglas de la casa, supervisión de la educación virtual y hasta momentos de esparcimiento quedan a cargo de los adultos que por supuesto, se encuentran preocupados por sostener su trabajo y cuidar la economía familiar. Es un enorme desafío. El vínculo entre padres e hijos se encuentra sobrecargado y sobreexigido. Crece, a nivel familiar, el malestar ligado a una dicotomía: lo que se debería vs. lo que se puede…

Los abuelos, que son quienes por lo general están disponibles para prestar auxilio, no pueden hacerlo en forma presencial.

En el contexto actual abuelos y nietos son los extremos de una cadena que va de mayor a menor vulnerabilidad en relación al contagio y la enfermedad, lo que obliga sí o sí a mantenerlos distanciados. Se sospecha además, que a los mayores -por constituir población de riesgo- les queda por delante un aislamiento más prolongado que al resto de la población.

En algunas familias éste es un grave problema, debido a que nietos y abuelos, acostumbrados a interactuar, verdaderamente se extrañan y sufren. Y es difícil, a veces, encontrar una manera de explicar a los más chiquitos que no podrán estar con sus abuelos “por un tiempo”.

En la infancia, la temporalidad (sobre todo en los primeros años) está ligada a la necesidad de satisfacción inmediata de ciertas necesidades. En la “abuelidad”, el tiempo se considera en función de lo que queda por delante; por lo tanto, en las dos etapas hay cierto apremio y angustia ante la posibilidad de una espera de esta índole.

¿Por qué los chicos necesitan a sus abuelos? ¿Por qué los abuelos necesitan a los nietos? ¿Cómo disminuir la tristeza que pueden causar estos distanciamientos?

Para los nietos, los abuelos suelen ser relatores de historias de cuando sus padres eran chicos. Han sido testigos de aconteceres de tres generaciones o más. A través de sus anécdotas proporcionan puntos de anclaje que sirven a los niños para ir construyendo su propia historia e identidad (“tu papá cuando era chiquito, hacía lo mismo que vos…”).

Tienen un rol más relajado, porque ya han criado hijos y han aprendido de sus experiencias. Y porque saben que el protagonismo -con sus consecuentes obligaciones de cuidado y susbsistencia de los hijos- lo tienen los padres. Por lo tanto su función es la de las sorpresas, de satisfacer caprichos, de compartir sanos secretos

y complicidades con los chicos. Al mundo de los abuelos se puede entrar y salir las veces que sea necesario. Son encuentros mágicos, porque se sabe que durarán un tiempo acotado (una tarde, un fin de semana, unas vacaciones), luego de los cuales se volverá a la cotidianeidad de la vida familiar con papá y mamá. En el espacio de los abuelos los chicos son huéspedes agasajados con todos los honores, “malcriados” por un ratito con “permiso” de los padres. La mirada de orgullo de los abuelos queda incorporada al “yo” del niño, fortaleciendo su autoestima. En épocas de crisis -y también en la vida normal- ellos proporcionan un plus de amor y un sostén adicional al de los padres, cuando éstos se encuentran ocupados en tareas de “supervivencia”. Suelen estar en el “banco de suplentes” pero siempre dispuestos a salir a la cancha, cuando se los convoca…

La abuelidad completa un rol dentro del ciclo vital del ser humano. No todas las personas transcurren por ella, pero no he escuchado a nadie que la haya transitado sin experimentar satisfacción y alegría. A veces funciona como una segunda versión de la maternidad o paternidad, ya que permite “reparar” con los nietos experiencias que han quedado pendientes con los propios hijos. Se agrega a esto la sensación del “deber cumplido” al poder presenciar cómo la familia se enriquece en un encuentro generacional y al ver a los propios hijos adultos criando hijos. Es una etapa de balance autobiográfico, en el que los nietos -y la buena relación con ellos- son tesoros fruto de toda una vida de afecto y dedicación.

Sin dudas abuelos y nietos se necesitan mutuamente.

Momentos como los que estamos transcurriendo pueden ser valiosas oportunidades para cuidar y hasta intensificar estos vínculos. En estas circunstancias se pone en evidencia que a los seres significativos se los lleva dentro, más allá de la distancia que haya en juego.

Será muy importante habilitar y poner en práctica la deambulación psicológica de los chicos hacia los abuelos (y viceversa). Llamo de esta manera a la capacidad de ambas partes para acercarse emocionalmente aún estando lejos. Tener permiso de recordarse, pensarse y extrañarse mutuamente.

Y a propósito del extrañar…que suele tener mala prensa: el extrañar a un ser querido -con la tristeza que suele aparejar- no debe interpretarse como un indicador alarmante ni una enfermedad. Por el contrario, son afectos normales y esperables ante ciertas separaciones. Sirven para revalorizar un vínculo, para tomar conciencia de su importancia y aprender a cuidarlo. Extrañar también significa que hemos podido crear en nuestra mente una imagen del ser querido y que la llevamos con nosotros para hacer un “buen uso” de ella cuando la necesitamos. Y que esta imagen no se diluye por el hecho de no poder compartir un espacio físico.

Será muy importante poder transmitir tanto a niños como adultos ciertos significados que todos estamos aprendiendo a raíz de las circunstancias actuales: hoy mantener distancia equivale a cuidarse y a cuidar a quien se quiere. Si los niños entienden que no estar con sus abuelos significa cuidarlos, sin duda la espera se hará mucho más fácil de sobrellevar.

A los padres les toca la tarea de mantener activa para sus hijos la presencia de sus propios padres, aún en la distancia: mencionarlos con frecuencia, mantener el respeto hacia ellos, hacerlos partícipes de la vida familiar y estimular la comunicación por

todos los medios posibles. Será importante establecer rutinas de encuentros virtuales, compartir meriendas, almuerzos, noticias, etc. Y tanto abuelos como nietos, deberán otorgar un enorme valor al privilegio de tenerse mutuamente en estos tiempos tan particulares.

Los profesionales “psi”que trabajamos con niños -y que no pertenecemos a la generación de la comunicación virtual, estamos aprendiendo a jugar por Skype, por videollamada, por Zoom o simplemente por teléfono. Y no nos está yendo tan mal. La verdad es que tiene su encanto. Capitalizando esta experiencia considero que de la misma manera los nietos pueden jugar con los abuelos, beneficiándose, además, con lo que de “curativo” tiene el juego para grandes y chicos

(*) Maria Fernanda Rivas ,  Lic. en Psicología. Psicoanalista. Especialista en niños y adolescentes. Integrante del Depto. de pareja y familia de la Asociación Psiacoanalítica Argentina. Autora del libro “La familia y la ley. Conflictos-transformaciones”

Fuente: Prensa Asociación Psicoanalítica Argentina

Imagen: aarp.org/

WP Twitter Auto Publish Powered By : XYZScripts.com
S.Técnico
close slider

    Registre
    Asistencia Técnica

    Contrataciones
    close slider

      Adhesión a
      Servicios

      Pagos
      close slider

        Adhesión a
        Débito Automático

        Nombre y apellido del titular (requerido)

        Su teléfono (requerido)

        Su domicilio (requerido)

        Su e-mail

        Te estamos leyendo!
        1
        💬 ¿Necesitas ayuda?
        Hola 👋
        ¿En qué podemos ayudarte?