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De Parsifal al podcast: 100 años de la radiodifusión argentina

“Susini tenía registro de barítono y engoló la voz como en su cabeza debía imaginar que debía hacerlo un locutor y no como alguien que ingresaba en la bocina de la historia”. Así narraban Carlos Ulanovsky, Marta Merkin, Juan José Panno y Gabriela Tijman el instante en que nacía la radiofonía argentina, el 27 de agosto de 1920, apenas pasadas las nueve de la noche. En el primer tomo de su ya clásica historia sobre los medios de comunicación reunida en Días de Radio, recuperaban también aquellas primeras palabras que pusieron al aire un puñado de radioaficionados, desde la terraza del Teatro Coliseo de Buenos Aires: “Señoras y señores: la Sociedad Radio Argentina les presenta hoy el festival sacro de Ricardo Wagner, Parsifal, con la actuación del tenor Maestri, el barítono Aldo Rossi Morelli y la soprano argentina Sara César, todos con la orquesta del teatro Costanzi de Roma, dirigida por el maestro Felix von Weingarten”. Serían unas 50 personas las que poseían radios a galena esa noche y pudieron recibir la señal que emitía ese invento desarrollado por físicos, ingenieros y radioaficionados, que se perfeccionó en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, y en el que ahora sonaba una ópera wagneriana inspirada en la historia del Santo Grial.

Cincuenta años después, en 1970, se instituyó el día de la radio en un homenaje a aquel grupo de pioneros, que habían entrado en la historia como los locos de la azotea: Enrique Telémaco Susini, Luis Romero Carranza, Miguel Mujica y César Guerrico. En ese mismo acto, el propio Susini contó que podrían haber concretado su proeza el 25 de agosto, con un concierto de piano de Arthur Rubinstein, “pero preferimos que fuera la melodía de Parsifal, el tema de la fe, la que iniciara las transmisiones”.

También en esa oportunidad reclamó “para la ciudad y el país” la seguridad de que la primera transmisión de radio del mundo había sido aquella de la que él formó parte, ya que 71 días antes el ingeniero Guillermo Marconi -quien patentó la radiotelegrafía sin hilos en 1896- había hecho “una transmisión de otro orden, una hazaña técnica como las que él realizaba”. Pero de radiodifusión para un público en general, con fines de entretenimiento, insistía Susini, la transmisión argentina había sido la primera.

De la trinchera al living
El equipo de transmisión se había armado con insumos que había conseguido Susini del ejército francés, en 1918, encontrando el momento para hacerse de esos recursos en medio de una misión que le había encomendado la Armada, donde se había enlistado como médico para “investigar el cuerpo humano según las corrientes eléctricas y acústicas que lo atraviesan”, como se cuenta en Días de Radio. Después de la primera transmisión vinieron más, de manera ininterrumpida.

Dos años después llegaría la que se conoce como la primera cobertura periodística radial, con la asunción de Marcelo T. de Alvear; en 1923, el primer espectáculo deportivo relatado por radio: la pelea Luis A. Firpo- Jack Dempsey, entre otros hitos de esos primeros pasos.

A grandes rasgos, en los años siguientes fueron apareciendo más emisoras y aunque seguía siendo una etapa experimental en muchos sentidos, comenzó a desarrollarse la radio como medio de comunicación popular y cada vez más masivo, a partir de la posibilidad de financiamiento obtenido de avisos publicitarios. La época dorada llegaría con las grandes orquestas de tango en vivo, y una creciente oferta de información, deportes, los avisos cantados y los radioteatros con sus estrellas y efectos sonoros para recrear mundos de ficción.

A lo largo de este último siglo, la evolución técnica de la radio muestra varios desplazamientos y transformaciones en los aparatos y las costumbres de la audiencia. De las radios a galena que se escuchaban en los 20’ con auriculares, pasando por ese momento dorado de los receptores que reunían a la familia en el living; a los artefactos más pequeños para escuchar en la cocina o en el dormitorio, en un rincón del taller o en el escritorio, acompañando las noches de estudio. En sus versiones más portables, la radio cabía en el bolsillo durante los partidos de fútbol y era fuente de consulta para confirmar si la posición era adelantada, si el jugador cayó dentro o fuera de la línea del área chica, si se adelantó la barrera en ese tiro libre directo a los tres palos. También los cambios del sintonizador, con perillas y botones, para recorrer el dial arrastrando un chirrido hasta encontrar la próxima estación, pasando por el radio reloj donde en vez de la alarma se podía programar que el día arranque con las voces de la “primera mañana”.

Las posibilidades de expansión que llegaron con internet en los últimos años demuestran que el medio, lejos de extinguirse como se suponía que iba a ocurrir por la competencia con los medios audiovisuales, se reinventa en las múltiples plataformas: en la web, en las apps donde caben todas las estaciones, las voces y las músicas del mundo. Con el streaming y los podcast, esa vuelta de tuerca a los informes radiales, la crónica, la mesa redonda, para escuchar en cualquier momento y lugar.

Fuente: Prensa UNL

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