Es el lema elegido por la Convención de Ramsar para celebrar el Día Mundial de los Humedales 2015. Son los grandes reservorios del agua dulce, que depuran y recargan los acuíferos, actúan como una esponja natural contra inundaciones y sequías y contribuyen a protegernos frente al cambio climático.
Cada año, el 2 de febrero se recuerda el Día Mundial de los Humedales (DMH). En él se conmemora la fecha en que se firmó la Convención sobre los Humedales o Convención de Ramsar –por la ciudad a orillas del Mar Caspio donde se adoptó el convenio internacional-, en el año 1971.
Se considera que el futuro de la humanidad depende de estas reservas del agua dulce que proporcionan pescado y cultivos que alimentan a millones de personas, funcionan como un escudo natural que protege las costas y brinda importantes beneficios al medio ambiente, los cuales lamentablemente no siempre son conocidos.
Los humedales, a menudo se consideran como terrenos baldíos, por lo que el 64 % de ellos ha desaparecido desde 1900, debido a obras inadecuadas –advierte Ramsar.
Para el DMH 2015, el objetivo concreto es motivar y convocar a los jóvenes y adolescentes, que tienen un interés creciente por las cuestiones ambientales, conocen bien las nuevas tecnologías y creen en su propia capacidad para cambiar las cosas. Lo importante es que actúan como “transmisores” difundiendo el mensaje sobre los humedales y su vital importancia a sus familias y amigos, con un efecto multiplicador.
En la Argentina, la Fundación PROTEGER auspicia nuevamente la “Fiesta Nacional de los Humedales” –2da. edición-, a desarrollarse en Villa Ocampo, al noreste de la provincia de Santa Fe, en el corazón del Sitio Ramsar Jaaukanigás –humedal de 492.000 hectáreas ubicado en el valle aluvial del río Paraná.
Fuente y foto: Fundación Proteger