Descanse en paz, Francisco. No ha pasado ni una semana desde su aparición en la misa Pascua. Se acercó a saludar a los seguidores congregados en el Vaticano con las pocas fuerzas que le quedaban.
Su recuerdo sigue siendo intenso. El mundo enterró hoy a un papa cuya misión fue sacar a la iglesia a la calle, "siempre atento a los marginados de la sociedad", cerca de la gente, de los refugiados.
Y es en la calle donde los centenares de miles de creyentes y no creyentes (el Vaticano expresó que hubo al menos 200.000 asistentes) pasaron la noche en vela y despidieron este sábado a Jorge Bergoglio en una ceremonia que empezó en la plaza de san Pedro para acabar en Santa María la Mayor.
El funeral que fue comandando por Giovanni Battista Re, se transformó en una cumbre incómoda en la que coincidieron Donald Trump (EEUU) con Volodímir Zelenski (Ucrania), quienes no se veían desde el turbulento encuentro en La Casa Blanca.
También estuvo Úrsula von der Leyen (Presidenta de la Comisión Europea), que está en plena negociación por el caos arancelario. Hubo ocasión incluso para que Zelenski y Trump se reunieran brevemente en el interior de la basílica De San Pedro antes del funeral.
Allí tomaron la decisión de encontrarse de nuevo por la tarde para tratar de avanzar en un acuerdo de paz en torno a la guerra con Rusia. Pero, encuentros bilaterales aparte, desde el Vaticano no quisieron quitarle protagonismo a la despedida del Papa.
Fue solemne y emocionante. Muchos de los asistentes lloraban en la plaza de San Pedro siguiendo los deseos de Jorge Bergoglio. Entre los asistentes hubo decenas de líderes internacionales: en los primeros lugares destacaban Trump (EEUU), Emmanuel Macron (Francia), Zelensky (Ucrania) y Felipe VI y Letizia (reyes de España).
Además estuvo Javier Milei (Presidente de Argentina), junto a la delegación italiana liderada por Sergio Mattarella y Giorgia Meloni. Entre los mandatarios latinoamericanos también estuvieron el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el ecuatoriano Daniel Noboa, el dominicano Luis Abinader y la hondureña Xiomara Castro.
El cardenal Battista Re recordó la misión de Francisco como guía de una iglesia que él consideraba como un "hospital de campaña", siempre al lado de la batalla. A la "cultura del descarte", él imponía la cultura de la fraternidad y la misericordia ya que aseguraba que "ninguno se salva solo".
Sus palabras y el recuerdo de la insistencia de Jorge Bergoglio por la paz arrancaron aplausos entre los cientos de creyentes que se congregaron en un respetuoso silencio bajo el sol de Roma desde varias horas antes.
